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Samu


"¡Escoria, Xarmathi, son chusma imperial! ¡Ganado! ¡No merecen llevar esas armaduras ni estandartes! ¡Debimos matarlos a todos en Velekhsar y erradicar su semilla para siempre!!" Ghilus Venst blandía a su lado un enorme hacha sierra, preso de una ira que en los últimos años había crecido peligrosamente. Xarmathi Xeosh, experimentado hechicero de la Tercera Garra, apenas podía ya controlarla entre batalla y batalla, pero necesitaba a su hermano de legión concentrado en el plan para mantener la furtividad de su próxima incursión en el Sistema Ispaal.
"Calma, Ghilus", respondió el psíquico con una mirada fría y maliciosa, "nuestros hermanitos siguen jugando a la guerra bajo las faldas de su moribundo primarca, sin saber el destino que se cierne sobre ellos. Nuestro momento está próximo. Skroto y su marea de pielesverdes nos están resultando de gran ayuda, y el segmentum Ispaal i3 ya se está sacudiendo el yugo imperial. Pronto sus defensas estarán tan debilitadas como su fe en el dios cadáver, y podremos empezar nuestra campaña".
Las inmensas bóvedas de la Pacto de Sangre se agitaron por segunda vez, ahora con mayor estruendo, y una sucesión de escenas de mundos saqueados y grotescas criaturas de pesadilla se aparecieron fugazmente en los muros de la Gran Sala, ante la mirada de los hermanos de garra. Abrazaban el Caos y lo servían con gozo, pero la disformidad provocaba reacciones diversas en cada uno de ellos. Todos tenían el deber de controlarla, pero los síntomas de posesión eran crecientes tras las últimas campañas de saqueo y exterminio. La Cicatrix Maledictum había ganado mucha presencia en ese extremo del segmentum, y los viajes a través de la Disformidad resultaban cada vez más violentos y peligrosos.
Se aproximaban al Sistema Ispaal tras doce días desde que recibieran el aviso de la Hermandad. Xaphan el Perjuro y su culto nocturno había recibido la orden de infiltrarse en la 14ª Compañía de defensa planetaria, y ya había enviado informes de la llegada de la marea verde y las maniobras ofensivas imperiales.
Desde su puesto de mando, el comandante Vandred había dado órdenes de sabotear las comunicaciones del sistema de control planetario para realizar un ataque de distracción a su cúpula, una vez bloqueadas sus baterías de cañones orbitales, pero Xarmathi Seosh hacía tiempo que había perdido la fe en su demoníaco señor, retorcido hasta las entrañas por los dioses oscuros, y no iba a permitir que se llevara la gloria desde su sillón de mando. La formación de lanza estaba preparada, la Pacto de Sangre, un crucero del Caos clase Carnicería, con sus propulsores listos y los destructores Incursión Nocturna y Ocaso Sangriento apuntando a los hangares de salida de Ispaal I3.
El psíquico de los Amos de la Noche tenía a sus hermanos de garra preparados en sus lanzaderas Dreadclaw, y mentalizados para liberar su odio sobre el archienemigo imperial, y controlar las reservas de promethium de su subsuelo, tan necesario para mantener su flota operativa. Su plan de atacar las defensas planetarias desde dentro, con la ayuda de Xaphan y sus acólitos, era más elaborado que el diseñado por su supuesto comandante. Hacía tiempo que el psíquico dirigía la flota oficiosamente, y así se lo hacían saber sus hermanos de legión, si bien la ayuda del príncipe demonio en combate seguía siendo tan necesaria como siempre, por lo que convenía mantener la cadena de mando al menos de modo aparente.
Minutos antes de la orden de desembarco, la Tercera Garra se vió sacudida por un gran estruendo en las bodegas de carga traseras. Un proyectil de alta tecnología acababa de impactar en la Eco de Condenación causando importantes daños en los sistemas de balizamiento, en lo que parecía un nuevo ataque drukhari, el tercero desde su salida de Tsagualsa. Sus visiones le habían mostrado gran actividad xeno en el sistema, y todo hacía pensar que la Hermandad de la Medianoche había sido localizada y sería presa fácil para los esclavistas de Commorragh. No tenía ningún aprecio por aquellos herejes, pero los necesitaba para comenzar el asalto planetario. Era la hora y así lo hizo saber.
“¡Tomad las cápsulas!” Comenzó su arenga Xarmathi, a través de su vocoproyector amplificado, “¡Hermanos, hoy es el día, hoy mostraréis a estos malnacidos quien es el verdadero amo de la galaxia! ¡Sembrad el Caos, sabotear, asesinar, respirad el miedo y propagarlo a vuestro antojo, pues vuestros actos tendrán una vida eterna de recompensa! ¡HIJOS DE NUESTRO PADRE, REVESTÍOS DE MEDIANOCHE! ¡TRAEMOS LA NOCHE!"
En el estruendo de explosiones y lanzamiento de misiles orbitales, las cápsulas Dreadclaw de la Tercera Garra volvían a surcar el cielo una vez más. Entre carcajadas maléficas y gritos de excitación, Xarmathi Seosh y su Tercera Garra desaparecieron entre las nubes tóxicas del Sistema Ispaal.


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